Su práctica favorece la carga y descarga energética, incrementando el flujo de vitalidad y la acumulación de reservas energéticas en la vida cotidiana. Asienta y estabiliza la atención corporal, lo que se traduce en un mejor manejo de las situaciones cotidianas. Ayuda a tonificar, distender, relajar y vitalizar la relación cuerpo-mente, así como a establecer un estado de equilibrio y dinamismo.
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